Abstracción. En general es la acción y
efecto de separar, arrancar, sacar. Es la expresión con la que Ortega se
refiere a las definiciones racionalistas de hombre y realidad. Son abstractas
porque separan la razón de la realidad que le da sentido, la vida. El error del
racionalismo ha sido olvidar que conocer es una función vital: el hombre es
vida compuesta de yo y circunstancia: no puede superar su circunstancia,
ponerse fuera del punto de vista que le corresponde; lo que quiere, lo que
piensa, está determinado por su circunstancia. La definición racionalista de
verdad también es una abstracción porque olvida su componente esencial, su
carácter perspectivista, lo que ha llevado a definirla como única y universal.
Biológico. En general Ortega usa esta
expresión con un sentido propio. Lo entiende como la ciencia de la vida y,
puesto que ésta es la «realidad radical» de la que surge el resto (también las
culturales), la biología se convierte en un conocimiento fundamental del que todos
dependen. Lo biológico tiene un carácter inmanente, pero no todo lo biológico
se reduce a esa dimensión, ya que las actividades culturales añaden una
dimensión trascendente. Cuando en el texto se entrecomilla «biología», se usa
en su sentido tradicional.
Cultura. Las actividades vitales que
trascienden al individuo. En la respiración sólo interviene el organismo, por
eso es una función vital no cultural. Pensar es también una actividad biológica
necesaria para su vida. Si el hombre no hubiera pensado no habría sobrevivido.
En cuanto actividades biológicas no hay diferencia entre pensar y respirar. Sin
embargo, el individuo respira sin ningún referente extemo, pero piensa
intentando que su pensamiento sea verdadero, que refleje las cosas, de lo
contrario no le será útil. Querer es también querer lo objetivamente mejor en
una situación. Si no fuera así, lo que considero lo mejor me perjudicaría. Por
tanto, las actividades culturales son funciones vitales porque son tan
necesarias para la vida como respirar. Estas funciones (pensamiento, voluntad,
sentimiento estético y emoción religiosa) tienen, por tanto, dos dimensiones:
intraorgánica, subjetiva e inmanente, ya que son actividades vitales, y una
dimensión trascendente y objetiva, ya que su referente es una realidad que
supera lo biológico.
Culturalismo. Posición intelectual que,
por insistir en la importancia de la cultura o vida espiritual, olvida que el
origen de la cultura es la vida. Olvida que espiritual es un adjetivo de vida.
Olvidan que la verdad no puede existir si no surge de la sinceridad, que el
bien tampoco tiene sentido si no lleva a la acción y que lo bello se convierte
en vacío si no nace del deleite. Por eso, el tipo de cultura que define el
culturalista es una cultura bizantinizada o hieratizada, que no dice nada al
hombre de su tiempo y que, por eso, rechaza. El culturalismo es consecuencia
del racionalismo. Dimensión vital, histórica y perspectivista. El hombre tiene
una doble dimensión vital y cultural, consecuencia de la primera. El hombre no
es una razón pura sino una razón vital e histórica. Su vida es la vida de un yo
en una circunstancia con la que se encuentra y de la que no puede prescindir.
Al vivir en ella, el hombre tiene también una dimensión perspectivista, aquella
en la que su circunstancia le sitúa. Por tanto, al ser descubierta por un
sujeto con tales rasgos, la verdad sólo puede asumirlos y ser también vital,
histórica y perspectivista, lo que no significa que sea relativa, ya que la
realidad es perspectivista.
Dios. Ortega introduce esta expresión
como representación de una hipótesis: un sujeto que por su carácter ultravital
y extrahistórico, aglutinaría todas las perspectivas posibles y, al tener todos
los puntos de vista histórica y vitalmente posibles, sería depositario de la
verdad absoluta. Es la definición racionalista de Dios y que Ortega critica por
contradictoria. Todo sujeto es necesariamente un punto de vista. El Dios del
que hablan los racionalistas es un «sujeto utópico», una abstracción
conceptual. Doctrina del punto de vista. Teoría perspectivista o
perspectivismo. Posición con una doble dimensión: gnoseológicamente defiende
que el acceso a la verdad no se consigue desde un «yo puro» (alma racional,
sustancia pensante o razón pura), abstracción racionalista que olvida el
carácter histórico y vital de la razón. El ser humano sólo accederá a la verdad
siendo consecuente con su punto de vista, y sólo podrá conocer la parte de la
realidad accesible desde su circunstancia (el carácter esencial de la
circunstancia lleva al perspectivismo). Ontológicamente sostiene que la
realidad no es universal y necesaria (mundo de las Ideas o sustancias
cartesianas) sino perspectivista, con múltiples vertientes cada una de las
cuales apunta hacia un individuo. Ente abstracto. Expresión sinónima a yo puro.
Esa definición racionalista del yo recoge un ente abstracto porque prescinde de
su dimensión biológica, vital e histórica; de su circunstancia. Ente racional.
Expresión sinónima a yo puro. «Racional» insiste en el componente esencial con
el que el racionalismo ha definido al sujeto capaz de verdad.
Existencia. Sinónimo de vida. El modo
propio de existir del hombre es «vivir». Vivir es estar el yo de cada cual en
su circunstancia. Por eso el ente racional y, por tanto, abstracto del racionalismo
propiamente no existe.
Filosofía. Conocimiento que se
caracteriza por ser:
a)
Autónomo: no acepta ninguna verdad que ella no haya
fundamentado, ni da nada por supuesto,
b)
b) Radical: su objetivo es encontrar la realidad
radical, el dato a partir1 del cual empezar la reflexión (la vida),
c)
Universal: la filosofía no trata todos los aspectos de
las cosas, no trata1 sus aspectos particulares, ni mucho menos su
individualidad; descubre lo universal de cada cosa.
d)
Teorético: es un sistema de conceptos trabados unos con
otros. En la medida en que los conceptos son contenidos mentales enunciables,
lo que no se pueda decir no es un concepto ni un dato para la filosofía.
Generación.
Los hombres de un momento histórico concreto que comparten una sensibilidad vital.
Por ello, cada generación empieza y termina cuando cambia la sensibilidad. Cada
generación está estructurada por una vanguardia, una minoría selecta que es la
primera en darse cuenta de los cambios históricos que suceden y en modificar su
sensibilidad vital, y por una masa receptiva que ofrece su apoyo o resistencia
a las nuevas sensibilidades e ideas que propone la minoría. Cada generación se
caracteriza por que tiene una misión que cumplir, «el tema de su tiempo». El
concepto de generación es el más importante para entender la historia.
Horizonte. Un elemento que Ortega
descubre analizando fenomenológicamente la vida. Es el marco que limita la
porción de realidad al que cada individuo desde su punto de vista tiene acceso.
Marca la circunstancia de cada yo. El error racionalista consiste en
identificar la circunstancia que marca el horizonte, el mundo de un yo, con
todo mundo posible.
Idea. Pensamientos que se le ocurren al
hombre para interpretar la realidad. Nunca los vive como parte de la misma, sino
como su interpretación, como una construcción intelectual. Por tanto, las ideas
nunca son anteriores al hombre, sino que surgen de su vida y, por ello, tiene
que discutirlas, defenderlas, modificarlas o rechazarlas.
Todas las
teorías científicas o las explicaciones vulgares de por qué pasa lo que pasa
son ideas. Las ideas se oponen a las creencias, que «no son los pensamientos
que se tienen sino en los que se vive». Están en el ambiente: son compartidas
por los miembros de la comunidad, y no se suele ser consciente de ellas:
creemos que detrás de la puerta continúa el mundo exterior.
Individuo, individualidad. El sujeto cognoscente. Para el racionalismo es el
yo puro o ente racional capaz de acceder a la verdad universal. Para el
relativismo es un ser concreto e individual sometido a su corporeidad, cultura
e historia y, por tanto, incapaz de acceder a «la» verdad. Frente a ambas
posiciones, para Ortega cada individuo es un punto de vista esencial, un órgano
insustituible para acceder a una verdad parcial que da cuenta de una realidad
perspectivista. Esto es así porque cada individuo es un yo en una
circunstancia.
Inmanente. Lo que permanece en un
ámbito sin superarlo. Ortega lo aplica a lo biológico, a las actividades del
hombre que tienen en él mismo su propio fin, «permaneciendo» por ello en su
interior biológico, no dependiendo de nada extemo. Este término se opone a
trascendente, que es lo característico de la cultura.
Mundo. O circunstancia. Uno de los
elementos constitutivos de la vida, que es yo y circunstancia. Es lo que
«circunda» al hombre. Es el mundo vital en el que se halla inmerso: el mundo
físico, las personas, la sociedad, la cultura, la historia, pero también su
cuerpo y mente.
El mundo no es
exterior a la vida sino uno de sus ingredientes, igual que forma parte de ella
el yo. El yo y la circunstancia están trabados. Si se los separa se destruye la
realidad radical que es la vida, y se llega a una realidad abstracta, a un «yo
puro» (error del racionalismo).
Nadie puede
elegir el mundo en el que tiene que vivir. Le es dado. Pero ese mundo ofrece el
abanico de posibilidades entre las que puede elegir. Por tanto, el mundo o
circunstancia es el complemento que permite mi vida. En otros pasajes Ortega
usa mundo para referirse a la realidad total, a la suma de todos los mundos (en
el primer sentido) posibles.
Perspectiva, perspectiva vital e
individual. Ontológicamente es uno de los componentes de la realidad, lo que la
estructura. Gnoseológicamente es la consecuencia que esa realidad genera en el
sujeto que conoce. Por eso toda perspectiva es vital e individual: cada sujeto
desde su individualidad o vida, desde su circunstancia, ofrece un punto de
vista de la realidad porque a cada sujeto sólo se le ofrece una cara, una
vertiente de la realidad.
Porción de
verdad. Cada verdad parcial que puede ser conocida por un individuo
concreto desde su punto de vista. A cada porción de verdad le corresponde una
perspectiva de la realidad.
Punto de vista. «Lugar» desde el que
cada individuo conoce una parte de la realidad y consigue su parte de verdad.
No es sólo el lugar físico que determina la percepción sensible, ni el contexto
histórico y sociocultural aque acompaña a todo hombre, sino fundamentalmente el
principio del que el hombre deriva sus pensamientos y actos. Cualquier entidad
puede ser principio: Dios, la razón, la conciencia, la vida, la ciencia, la
economía... La única condición para que
algo se convierta en principio es que se reconozca como valor superior y que a
ello se subordine lo demás. El individuo que sea fiel a su punto de vista
conocerá un aspecto real del mundo. Por eso, la porción de verdad que cada
hombre ve no puede ser conocida por otro. Cada hombre es insustituible y tiene
una «misión de verdad».
Punto de
vista ubicuo, absoluto, abstracto. «Punto de vista» inexistente. Las tres
expresiones son contradictorias, hipótesis racionalistas sin sentido. Todo
punto de vista es individual y vital (no abstracto), y consecuencia de una
circunstancia (ni ubicuo ni absoluto). Un punto de vista con esos rasgos
imposibles es el que correspondería al yo puro, es decir, al sujeto tal y como
lo entiende el racionalismo. Racionalismo, racionalista. Propiamente es la
corriente filosófica que se desarrolló desde el siglo XVII en Europa y cuyos
representantes más destacados fueron Descartes, Spinoza y Leibniz. Ortega lo
usa en un sentido más amplio en el que incluye las corrientes que asumen que:
a)
La razón es lo que define al hombre,
b)
La razón es una entidad que está por encima de las
particularidades de cada sujeto, es ultravital y extrahistórica.
c)
Esa razón es capaz de conocer la verdad que es eterna,
única e invariable.
d)
Esta razón ahistórica es el instrumento adecuado para
el desarrollo de la filosofía, la ciencia, la moral y la política,
e)
El mundo es un producto de la razón. Por tanto, admite
las ideas innatas y que sólo lo racional es real. Razón absoluta. Una mera
hipótesis. La razón que conocería la realidad universal, que llegaría a la
verdad integral yuxtaponiendo las infinitas perspectivas de todas las vidas. No
es, por tanto, una razón sin punto de vista (lo que es una contradicción), sino
una razón que para conocer la realidad universal se valdría de todas las
perspectivas posibles. Por tanto, si Dios existiera sólo podría llegar a la
verdad de ese modo. Su carácter «absoluto» radicaría en aglutinar todas las
perspectivas.
Razón pura.
Ortega usa esta expresión en sentido amplio. No se refiere sólo a la concepción
kantiana de la facultad de conocer, sino a las diferentes interpretaciones que
el racionalismo ha dado del sujeto que es capaz de llegar a la verdad única e
invariable. Es, por tanto, una expresión semejante a yo puro.
Razón
vital. O raciovitalismo. La concepción de la razón que Ortega opone a la
razón pura. Superar la razón pura con la razón vital es el tema de su tiempo.
La razón es una función o instrumento de la vida, no una facultad ajena a la
misma (racionalismo). Por eso Ortega entiende la razón como razón vital. Si la
razón es un instrumento o función de la vida, su objeto de reflexión no puede
ser la conciencia o el ser, sino las categorías de la vida que le ha dado
origen.
Realidad, realidad cósmica o universal.
Lo que verdadera e indubitablemente hay. Sólo es indubitable que lo que hay, lo
hay en relación conmigo, dependiendo de mí, ya que el sujeto que conoce es «yo
y circunstancia». El mundo es siempre el mundo del yo. Así Ortega se opone a la
definición de realidad como lo que existe por sí con independencia del sujeto
(realismo ingenuo). Con el mismo argumento rechaza la definición racionalista
de realidad como lo universal, eterno e invariable. Sin embargo, también
rechaza la posición escéptica del relativismo que niega la posibilidad de
conocer la realidad o incluso su propia existencia: Ortega sostiene que el
carácter peculiar y concreto de cada sujeto no es un obstáculo para llegar a la
realidad, sino el medio para acceder a ella, ya que la realidad es
perspectivista. La expresión «realidad cósmica o universal» se refiere a la
suma de las realidades parciales.
Relativismo.
Posición filosófica que niega la existencia de verdades universales y
absolutas. No hay más que verdades «relativas» a la condición de cada sujeto.
Cada individuo vive en un contexto histórico-cultural en función del cual juzga
qué sea lo verdadero. Por tanto, toda verdad está determinada por el modo de
ser del sujeto que la alcanza. En consecuencia, no existen valores objetivos
universales como la verdad, el bien o la belleza.
Sensibilidad.
O sensibilidad vital. Modo en que el hombre ve y entiende qué es su vida,
su existencia, en una época determinada. Consiste en la sensación radical que
se tenga ante la vida, en cómo se sienta la vida en su integridad. Es el
fenómeno histórico primario y lo primero que hay que definir para comprender
una época. De esta sensibilidad dependen en primer lugar las ideas (la
ideología), las preferencias morales (moralidad) y los gustos estéticos de una
época. El resto de transformaciones, como las económicas o políticas, son
consecuencia de esas ideas, moralidad y gustos y, por tanto, forman el tercer
grupo de fenómenos históricos.
Sujeto
viviente. El ser humano. El hombre no es una razón pura sino un ser cuyo
existir es vivir, una vida que se articula en tomo a un yo y su circunstancia.
Olvidar la dimensión vital e histórica del sujeto es el error del racionalismo,
así como reducirlo a una actividad puramente biológica es el error del
relativismo.
Tema de
nuestro tiempo. «Nuestro tiempo» es una expresión con la que Ortega se
refiere a la época que con él y su generación, la de 1914, empieza. Cada tiempo
se caracteriza por tener un «tema», una misión, algo así como «su destino».
Ortega formula de varios modos el tema de su generación: «sustituir la razón
pura por una razón vital», «convertir la relación [entre vida y cultura] y mostrar
que es la cultura quien ha de servir a la vida» o «la superación del idealismo
[como desarrollo del racionalismo]». Ahora bien, cumplir con este tema implica
enfrentarse a dos errores de la Edad Moderna: el culturalismo-racionalismo y el
vitalismo-relativismo.
Trascendente. En general, lo que supera
un ámbito, lo que va más allá. Ortega lo aplica a la cultura. En el pensar,
actuar o en la contemplación estética, el hombre trasciende el ámbito de lo
biológico tomando como referente una realidad objetiva (la verdad, el bien o la
belleza).
Utopía,
utópico, utopista. Etimológicamente es lo que no está en ningún lugar.
Adopta una actitud utópica quien olvida que su conocimiento es siempre un
conocimiento desde un punto de vista, que conoce una cara de la realidad y que
consigue sólo una verdad parcial. La actitud racionalista (utopista) supone la
existencia de una realidad no vista desde ningún sitio y una verdad absoluta
(utópica). El utopismo es lo opuesto al perspectivismo.
Valor.
Cualidad de las personas y de las cosas por las que nos resultan atractivas
(valores positivos) o repulsivas (valores negativos). Ortega los agrupa en
valores de cultura y los de vida.
Valores de
cultura. La verdad, la bondad y la belleza. Son los valores que perseguimos
cuando pensamos, actuamos o contemplamos una obra de arte. Nuestro conocimiento
pretende ser el conocimiento de la verdad, de lo contrario no nos vale. También
queremos que nuestras acciones justas sean así reconocidas por los demás.
También en el plano estético queremos deleitamos con lo realmente bello. La
búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza ha generado la cultura. Estos
valores, por tanto, tienen un carácter objetivo que trasciende lo biológico.
Los valores de la cultura deben brotar de los valores de la vida: de la
sinceridad del pensamiento, de la impetuosidad de la voluntad y del deleite del
sentimiento.
Verdad,
verdad parcial e integral. El reflejo adecuado de lo que las cosas son.
Ningún individuo o época tiene acceso a toda la verdad, a la verdad integral.
Sólo se llegaría a esa verdad sumando las verdades parciales. Cada individuo y
época tiene acceso a una «verdad parcial» (doctrina del punto de vista). Por
tanto, la verdad no es una, eterna e invariable (racionalismo), sino relativa a
la perspectiva. Sin embargo, eso no es relativismo, ya que la parcialidad de
cada verdad no le resta validez, sino que es consecuencia de la estructura de
la realidad que es perspectivista. Por tanto, un sujeto sólo puede conocer una
cara de la realidad, la que a él se le ofrece desde su circunstancia.
Vida. Lo que cada uno es y hace. El
conjunto de sus vivencias: su sentir, pensar, sufrir, amar, imaginar, desear...
No se puede definir como una cosa, pues no tiene naturaleza ni es sustancia.
Ocurre, pasa en nosotros, es un continuo hacerse a sí misma. Es la realidad
radical («realidad raíz») porque se nos aparece evidente, indubitable: «mi
dolor está ahí». En segundo lugar, la vida es la realidad radical porque el
resto de realidades «brotan» de ella (mundo físico, psíquico, valores...). Hay
unas categorías comunes a toda vida:
1ª Vivir es ser consciente de que se vive.
2ª La vida es nuestra vida: es intransferible.
3ª Vivir es encontrarse en el mundo o circunstancia: es imposible
separar el mundo y el yo.
4ª La vida es fatalidad: no elegimos nuestra circunstancia.
5ª La vida es libertad: nuestra circunstancia nos ofrece un margen de
posibilidades.
6ª La vida es futurición: consiste en decidir.
Vitalidad.
La actividad del hombre en cuanto que su ser es vivir. Es el conjunto de
acciones concretas e individuales que configuran la vida de cada cual. La
vitalidad es el origen tanto de las actividades puramente biológicas como de
las que configuran la cultura.
Vitalismo.
La filosofía que defiende que la vida es la única realidad y, por tanto, su
objeto de estudio. Sus tesis:
a)
el conocimiento es un proceso biológico como otro
cualquiera, que carece de leyes y principios racionales. Conocer es igual que
respirar,
b)
Rechaza el
conocimiento racional y conceptual, y frente a él propone la intuición,
entendida como la experiencia subjetiva y privada no racional en la cual el
sujeto vive íntimamente la realidad. Por tanto, el vitalismo desemboca en el
relativismo.
c)
Sostiene que la cultura debe someterse a la vida porque
la anquilosa y acaba con ella. Frente al vitalismo Ortega propone el
raciovitalismo.
Yo puro.
Expresión con la que Ortega se refiere al tipo de sujeto que según el
racionalismo es capaz de conocer la verdad una, eterna e inmutable. Incluye al
alma racional platónica, la sustancia pensante cartesiana, la razón pura
kantiana, el yo puro fichteano. «Puro» indica que es un yo no contaminado de lo
corpóreo, vital e histórico. Por eso, esa definición es una abstracción, ya que
presenta un sujeto separado precisamente de lo que le permite acceder a la
verdad, su punto de vista. Al «yo puro» Ortega opone el yo que es «yo y
circunstancia».
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