Se forma con el tema de perfecto + desinencias, siempre en construcción atemática. El problema es precisamente eso de “tema de perfecto”, pues encontramos diversas fórmulas por combinación de tres elementos: reduplicación, raíz y sufijo.
PERFECTO EN -κ- (sufijal)
Es el modelo de perfecto que tiende a generalizar en griego.
Particularidades del perfecto en -κα- según la raíz
- Los verbos contractos alargan la vocal final de la raíz ante el sufijo:
τιμάω ®τετίμηκα
ποιέω ®πεποίηκα
δηλόω ®δεδήλωκα
- Los verbos en oclusiva dental (τ, δ, θ) no conservan la dental delante del sufijo: ψεύδω ®ἔψευκα, mientras que los verbos en oclusiva labial o velar forman el llamado perfecto aspirado (cf. más adelante)
- Los verbos en líquida y nasal presentan cierta variedad de resultados:
oAlgunos verbos presentan una formación regular:
φαίνω (φαν-) ®πέφαγκα
ἀγγέλλω ®ἠγγελκα
oAlgunos verbos pierden la nasal (sufijo de presente):
κλίνω ®κέκλικα
τείνω (τεν-) ®τέτακα (< *τετνκα)
βαίνω (*βᾰ- / *βᾱ-) ®βέβηκα( < *βε-βᾱ-κα).
oAlgunas raíces monosilábicas cambian el vocalismo: ε > α (grado cero de la raíz y vocalización de la semiconsonante líquida)
στέλλω (*στελ- / *στολ- / *στλ-) ®ἔσταλκα
φθείρω (φθερ- / φθαρ-) ®ἔφθαρκα
oLas raíces en -μ y algunas otras añaden una -η- ante el sufijo:
νέμω ®νενέμηκα
τέμνω (τεμ-) ®τετέμηκα / τέτμηκα
τυγχάνω (τυχ-) ®τετύχηκα
oEn muchos casos encontramos grado cero de la vocal de la raíz:
βάλλω (βαλ-) ®βέβληκα
θνῄσκω (θαν-) ®τέθνηκα
PERFECTO RADICAL (sin sufijo)
El modo más antiguo de perfecto era el caracterizado por la alternancia vocálicaentre el tema de presente (ε), el tema de aoristo (Ø) y el tema de perfecto (ο). Incluso podía haber alternancia de cantidad dentro del perfecto (grado ο en singular y grado cero en plural). Este es el caso del verbo εἴδω ® perf. οἶδα / aor. εἶδον, que sufre además otros cambios fonéticos (cf. cuadro). Otros verbos con alternancia son λείπω ® perf. λέλοιπα / aor. ἔλιπον, πείθω ®perf. πέποιθα / aor. ἔπιθον, τρέφω ® perf. τέτροφα / aor. ἔτραφον...
εἴδω ® perf. οἶδα
λείπω ® perf. λέλοιπα
οἶδ-α
λέ-λοιπ-α
οἶσθα < οἶδ-σθα(desinencia antigua de 2º p.s. y asimilación de la dental)
λέ-λοιπ-ας
οἶδ-ε
λέ-λοιπ-ε
ἴσμεν < ἴδμεν (asimilación)
λέ-λοιπ-αμεν
ἴστε < ἴδτε (disimilación)
λέ-λοιπ-ατε
ἴσασι < ἴδασι (desinencia *ντι)
λέ-λοιπ-ασι
Una serie de verbos, llamados también perfectos segundos,no reciben sufijo alguno. En estos casos las desinencias se añaden directamente al radical.
σήπ-ω®σέ-σηπ-α
φεύγ-ω®*φέ-φευγ-α >πέ-φευγ-α
πήγ-νυ-μι®πέ-πηγ-α
PERFECTO ASPIRADO
Los verbos cuyo radical acaba en labial (β, π, φ) o velar (γ, κ, χ) forman el perfecto mediante la aspiración( de labial enφy de velar en χ), debido al contacto de la oclusiva final del tema con la κ de la característica
βλέπω®βέβληφα τρίβω ®τέτριφα
πέμπω®πέπομφα κόπτω ®κέκοφα
πλέκω®πέπλεχα φυλάττω ®πεφύλαχα
REDUPLICACIÓN
La reduplicación regular consiste en anteponer a la raíz una sílaba formada por la primera consonante de la raíz más una vocal -ε-, así de λύω λέλυκα y de τιμάω τετίμηκα. Este mismo procedimiento de reduplicación se produce también en el presente de algunos verbos aunque en este caso con vocal -ι-: δίδωμι, γιγνώσκω... (Cf. lareduplicación) Por otra parte, según el comienzo del radical verbal, encontramos variaciones en la formación de la reduplicación.
1. Cuandoel radical empieza por consonante aspirada (φ, θ, χ)la reduplicación se forma con la sorda correspondiente (π, τ, κ) (Cf. disimilación de aspiradas):
φονεύω ®*φεφόνευκα> πεφόνευκα
θύω ®*θέ-θυ-κα > τέθυκα
χορεύω ®*χε-χόρευ-κα > κεχόρευκα
2. Cuando el radical comienza por “muta cum liquida”, salvo γν-, se reduplica sólo la oclusiva:βλέπω®βέ-βληφακλείω ®κέκλεικα
3. En el resto de casos se forma como el aumento, pero a diferencia de éste, se mantiene en todos los modos:
-Si elradical empieza por dos consonantes o consonante doble ( ζ, ξ, ψ), incluyendo el grupo γν-:
σπεύδω®ἔ-σπευ-κα
φθείρω®ἔφθαρκα
ψαύω®ἔψαυκα
γνωρίζω ®ἐγνόρικα
-Si el radical empieza por ρ- además la dobla:
ῥύω®ἐρρύηκαῥίπτω ®ἔρρικα
-Si el radical comienza por vocal
αἱρέω®ᾓρηκαὁρίζω ®ὥρικα
El siguiente cuadro resume lo anterior:
INICIAL RADICAL
REDUPLICACIÓN
UNA CONSONANTE:
no aspirada:
consonante +ε:
λύω = λέλυκα
aspirada:
consonante sorda correspondiente (disimilación de aspiradas):
φονεύω = πεφόνευκα
χορεύω = κεχόρευκα
MÁS DE UNA CONSONANTE:
oclusiva + líquida
reduplica la primera consonante:
κλείω = κέκλεικα
no oclusiva + líquida
la reduplicación consiste en poner unaε delante (aumento silábico):
La prosa griega nace en Jonia en el s. VI a.
C., con un género nuevo: la historiografía. Sus orígenes se hallan en los
relatos de viajes, en los que se narraban costumbres de países lejanos,
llamados periplos, que servían de guía a navegantes y mercaderes.
HERÓDOTO.
Se suele decir que Heródoto es el “padre de
la historiografía griega”. Y es que antes de él sólo encontramos contadores de
historias, que mezclan lo exótico y legendario con lo real sin intención de
veracidad, viajeros que sólo pretenden agradar.
Heródoto, contemporáneo de Sófocles,
participa del apogeo del mundo griego del s. V a. C. Nació en Halicarnaso,
colonia griega de Asia Menor muy próspera, el 484 a.C., en vísperas de la campaña de Jerjes contra Grecia. Eso le permitió contactar directamente con el
mundo y la cultura de Asia Menor. Los viajes fueron decisivos en su vida y su
obra: su objetivo era obtener información sobre tierras remotas. Viajó por
Egipto, Babilonia, Cólquida, Siria, Macedonia, Libia,
Cirene y Escitia y vivió en la
Atenas de Pericles: de hecho, se encuentran numerosos puntos de contacto entre
su obra y las de Sófocles. Murió al parecer poco después de que estallara la
Guerra del Peloponeso. Su muerte debió
ocurrir hacia el 425 a.C.en Turios.
Sólo nos ha dejado una obra, Historias.
En ella el hilo conductor es la narración del enfrentamiento armado entre
griegos y persas, las Guerras Médicas, un conflicto en el que el pueblo griego, que buscaba la libertad, reconociendo los límites humanos frente a
la omnipotencia divina, se enfrenta al pueblo persa que, obcecado por la
tiranía de sus gobernantes y su deseo de poder, no logró someterlo. Pero junto a esta línea argumental Heródoto
abarca una gran riqueza y variedad de elementos: descripciones geográficas, novelística procedente de la tradición
oral, resultados de su investigación personal sobre los acontecimientos, etc.
La narración de los sucesos se acompaña de una referencia a sus causas
y sus consecuencias. Con mucha frecuencia aparecen descripciones de los pueblos
que se mencionan: su aspecto físico, sus costumbres, su historia. A veces estas
descripciones son muy largas, como ocurre con la de Egipto.
También aparecen discursos y son frecuentes
los monólogos y diálogos, que muestran el influjo del género dramático. Pero
sobre todo es un artista de la narración y disfruta con ella: se deja llevar
por el relato y las ideas que le suscita. Cualquier detalle le lleva a otros
temas con gran espontaneidad, cualquier
dato es excusa suficiente para estas interrupciones, a veces de varios
capítulos. Es suficiente la asociación de ideas. Esto da a su obra una gran
variedad y riqueza, además de una enorme espontaneidad.
Como fuentes utiliza todas las que tiene a
su mano: documentos, lo que la gente le cuenta, lo que él mismo ve. Y aunque
parece distinguir entre las fuentes fiables y las que no lo son, de todos modos
las menciona sin ser muy crítico con ellas. Y con frecuencia se cita en primera
persona, opinando sobre la verosimilitud de algún testimonio, o eligiendo el
que le parece más cercano a la verdad.
La interpretación de Heródoto del acontecer
histórico es pesimista, trágica. El hombre no es dueño de su destino. Todo
cuanto sucede está regulado y dominado por la divinidad y el azar, fuerzas
ocultas que no se pueden someter a la razón, aunque reconoce al hombre la
responsabilidad de las decisiones que determinan el curso de la historia.
Frente al mito elude entrar en
profundidades: a veces lo critica, y desde luego se aleja mucho de la visión
que la épica tiene del mito. Sin embargo, su religiosidad es profunda:
continuamente cita oráculos y vaticinios, en la idea de que el destino siempre
se cumple (como Sófocles) Además, el trasfondo de su relato es una
interpretación de las Guerras Médicas como un acto de Ûbrij
de los persas que es castigado por Zeus justiciero con la victoria griega. No
obstante, muestra, junto al claro contraste entre los bandos contendientes y
sus culturas, un gran respeto por lo oriental, que tan bien conocía.
Su talante como
historiador es el de buscar la verdad de los hechos y sus consecuencias. Él
mismo nos dice al principio de su obra que pretende dejar constancia de los
hechos más relevantes de la historia de los griegos, para que se recuerden en
el futuro. Es importante que se centra en el hombre y sus actos, sobre todo sus
gloriosas hazañas. También muestra gran interés por los sucesos extraños o
inauditos, que se alejan de lo cotidiano: de ahí los comentarios sobre ritos y
costumbres de otros pueblos y la referencia frecuente a milagros y sucesos
sobrenaturales.
En cuanto a la
forma, el dialecto
utilizado es el jonio, pero en él se pueden encontrar formas épicas, dóricas y
áticas que le confieren un colorido especial. El estilo es simple, sencillo,
sin buscar artificios retóricos y estilísticos. Usa construcciones
coordinadas en sus periodos oracionales y una sintaxis poco complicada, lo que
le otorga la viveza propia de la lengua hablada. Pero junto a pasajes sencillos, utiliza a menudo
la subordinación, a veces excesiva, de forma que las ideas o la narración le
van llevando hasta incluso perderse. Su vocabulario
también es simple.Son
características de su estilo la riqueza y la variedad, que se corresponden con
el contenido diverso y abigarrado.
Todo esto hace que su obra, que pretendía
ser la narración veraz de unos hechos, nos parezca hoy una curiosa mezcla de
elementos de todo tipo, un relato curioso, rico y variado.
TUCÍDIDES.
Si Heródoto se considera el primer
historiador de la Antigüedad, sin duda Tucídides fue el más grande.
Gran parte de lo que conocemos de su vida
procede de su propia obra, la Historia de la Guerra del Peloponeso, que
enfrentó a atenienses y espartanos. Así, sabemos que empezó a narrarla cuando
estaba recién empezada, que fue estratego, que fue desterrado por ostracismo de
Atenas y que murió víctima de la peste que asoló la ciudad y que él mismo
describe con gran crudeza. Así, podemos situar su vida en la segunda mitad del
s. V a. C., (454-400 a. C.) Su obra quedó inacabada.
Pertenecía a los círculos conservadores de
Atenas, pero durante su destierro pudo conocer al bando enemigo y en su obra
procura mantenerse bastante imparcial. Siempre elogia a su ciudad frente a
Esparta y defiende la democracia frente a la tiranía.
Recibió un fuerte influjo de la sofística,
cosa que se manifiesta en su estilo, pero sobre todo en su talante racionalista
y en el alejamiento de toda explicación mítica de la realidad. También en su
afán exhaustivo de veracidad.
Así, se sirve de todo tipo de fuentes, pero
criticándolas severamente: no se fía de la tradición oral, consulta archivos y
ruinas, y muchas cosas las refiere por haber sido testigo ocular. Intenta, si
no es posible ser veraz, al menos ser verosímil.
Rechaza las referencias al mito, la anécdota
o la superstición. Los dioses no son tampoco explicación de los hechos:
raramente aparecen datos religiosos, y en esta materia no opina.
Es el primer historiador científico, pues.
Utiliza el método cronológico casi siempre (sucesión de inviernos y veranos) Es
muy importante que analiza no sólo los sucesos, sino sus causas últimas y sus
consecuencias. Y es que para él la historia sirve como ejemplo y se puede
aprender en los sucesos pasados para prevenir desgracias futuras: la historia
puede repetirse, debido a los hechos están causados por la lógica interna de
los hechos de los hombres, y la naturaleza humana es siempre la misma (idea
sofística) : se caracteriza por su
aspiración a la libertad, el odio del pueblo sometido hacia su opresor, la ambición de poder, la imposición de la ley
del más fuerte sobre el débil, para el que de nada sirven las apelaciones a la
justicia, ya que por encima de todo se imponen razones de conveniencia y
utilidad, la envidia del éxito, etc.Y Tucídides cuenta esta guerra porque para él la guerra es un
acontecimiento terrible y devastador que debe evitarse: trae consigo la
decadencia económica, pero también la crisis política y moral.
Hace un exhaustivo estudio de las causas de
esta guerra, para él la más importante de las sucedidas, y eso le lleva al
elogio de Pericles y la crítica de sus sucesores, pero también a la crítica del
imperialismo ateniense. También analiza el problema del poder, lo cual se
manifiesta en los discursos que pone en boca de distintos personajes. Estos
discursos, muy frecuentes, tratan de expresar
la verdad política, es decir, los móviles que mueven a los distintos
personajes, y también sirven para la dramatización de su relato. A veces se oponen y le sirven para mostrar
las causas de los hechos y de las decisiones que se toman en cada momento.
Tucídides es el creador de la prosa ática, el que la
elevó a categoría literaria. Su
estilo muestra la influencia de la sofística en el uso abundante de figuras
como el paralelismo, la variatio, la estructura anular, etc. Si en la narración
es sencillo y claro, en los discursos utiliza todo tipo de recursos
estilísticos y complicados giros que dificultan enormemente su comprensión.
Abundan las nociones abstractas y la sustantivación, y su ático es todavía
ejemplo escolar.
Pero si algo sobresale en Tucídides es su
modernidad como historiador: su afán de veracidad, su crítica de las fuentes,
su imparcialidad y objetividad (incluso se refiere a sí mismo en tercera
persona), su racionalismo y su concepción paradigmática de la historia (la
historia como ejemplo) le hacen merecedor del calificativo de primer
historiador moderno de Grecia.
JENOFONTE. (430-354 a. C.)
El ateniense Jenofonte nació hacia el
430 a. C., es decir, que la parte más importante de su vida se desarrolló a
partir de principios del s. IV, cuando ya la democracia no era lo que fue.
Procedía de una familia acomodada y conoció a Sócrates, aunque no llegó a ser
discípulo suyo, y no recibió de él un impulso orientador, como le había
ocurrido a Platón.
Ideológicamente era conservador y
filoespartano, y llegó a ser desterrado de Atenas. Además, participó como
soldado en las tropas persas de Ciro el Joven en una guerra civil del imperio
asiático. Aún así, regresó finalmente a su patria y fue muy honrado por sus
conciudadanos.
Su obra es variada:
Como
historiador se mantuvo alejado del influjo de la retórica, que era general
sobre los demás historiadores de su tiempo. Él destaca más bien por la
naturalidad y la sencillez de su lenguaje y de las ideas que expone, aunque
también puede afirmarse que carecía de la “chispa” de un genio.
Su principal obra histórica es la Anábasis,
donde cuenta su experiencia en la expedición del rey Ciro contra su hermano
Artajerjes. En ella abundan los detalles de tipo geográfico, etnográfico y
militar, y no faltan las referencias a su propia actuación en los sucesos.
Más importante para nosotros es Helénicas,
obra que narra la historia griega a partir de 411 a. C. hasta el 362 a. C., es
decir, retomándola donde Tucídides se interrumpió. Esto ha hecho que se le
compare con aquél, y Jenofonte sale bastante mal parado en la comparación. Hay
que reconocerle las cualidades como historiador, sobre todo en el retrato de
personajes y en la descripción de escenas, pero es cierto que le falta aquella
profundidad que caracterizó a Tucídides, que buscaba siempre las motivaciones y
consecuencias últimas de los hechos. En este sentido, Jenofonte es más
superficial. Sin analizar las causas y consecuencias de la historia, se pierde
a veces en la acumulación de episodios y discursos sin una clara lígica
interna, salvo la sucesión cronológica. No es exhaustivo en la recogida de datos, es olvidadizo y margina
hechos de primera importancia, es parcial y mejor narrador que crítico.
Podemos calificar de obras didácticas la Constitución
de los lacedemonios y la Ciropedia (la educación de Ciro), en las
que muestra sus ideas aristocráticas y un talante moralizador, y en las que no
faltan referencias históricas.
En este apartado se encuentran algunas obras
menores, pero conviene destacar una serie de piezas que giran en torno a la
figura de Sócrates, algunas de ellas en forma de diálogo, como ya hiciera
Platón. Hablamos de Memorables, Apología de Sócrates y Banquete,
sobre todo (nótese la coincidencia con Platón en los títulos) Son obras
fundamentalmente de tipo moralista y de ellas se obtienen algunos datos de la
biografía de Sócrates: son sobre todo recuerdos, y su espíritu es muy diferente
al de los diálogos socráticos de Platón.
En resumen, Jenofonte fue un digno
continuador de la obra de Tucídides, aun sin su profundidad, y fue una
excepción en su época por la sencillez de pensamiento y de estilo, ajeno al
influjo de la retórica. Pero la nítida sencillez de su lenguaje y la
fácil claridad de sus pensamientos le ganaron los lectores, y así se explica su
éxito en la tardía Antigüedad.
Su lengua, aún siendo un ático no tan puro como el de Tucídides –anticipa ya la
koiné-, sigue siendo un modelo escolar hasta nuestros días.
LA HISTORIOGRAFÍA DESDE EL HELENISMO.
Polibio. (200-127 a. C.)
Entre sus contemporáneos, más inclinados a las memorias, destaca por su
intento de elaborar una relación de hechos contemporáneos que, sin abandonar la
propia experiencia del historiador, profundizara en busca de las causas y
sirviera de guía de actuación para el futuro.
Aparte de otras obras menores, su obra fundamental son las Historias,
de cuyos cuarenta libros conservamos la tercera parte. Aborda el modo en
que Roma fue dominando casi todo el mundo conocido en poco más de cincuenta
años. Para ello se basa en su conocimiento directo de las campañas romanas, ya
que, aunque nació en Megalópolis, en Arcadia, vivió en Roma y participó en la
Segunda Guerra Púnica.
Destacaremos su enfoque universal de la historia, por tratar las
relaciones entre los pueblos del mundo conocido, y por su concepción del método
histórico: distingue entre las verdaderas causas de un conflicto y el pretexto
con que se inicia la acción; somete a crítica sus fuentes y se centra en las
acciones bélicas y políticas de los pueblos. Contribuyó a fijar ael método
cronológico de medir el tiempo por olimpiadas.
Plutarco. (45-120 d. C.)
Nacido en Queronea y educado en Atenas, participó activamente de la
vida de su ciudad, viajó por el Imperio recabando información para sus obras,
de carácter muy diverso, y fue distinguido por Trajano y Adriano. Supone la
fusión de las culturas griega y latina.
Sus Vidas paralelasson un conjunto de biografías históricas, de
las que se conservan veintidós pares, de un personaje griego y otro romano, de
cuya comparación trata de extraer alguna enseñanza moral: Alejandro y César,
Demóstenes y Cicerón, etc. Todas siguen la misma estructura: origen y linaje,
educación y carácter, desarrollo de su actividad pública y muerte. Destaca por
el gusto por lo anecdótico.
También conservamos un conjunto de obras titulado Moralia, en el
que se recogen escritos de diversos temas y tonos: obras de divulgación
filosófica, diálogos religiosos y morales, especulaciones científicas, tratados
pedagógicos y literarios, etc.
1. LA TRAGEDIA Origen de la tragedia El drama, en su doble forma de tragedia y comedia, surgió en Atenas en el siglo VI a.C y, en poco más de un siglo, se definió con todos los rasgos que lo caracterizarían como género. Los dramas se componían en verso, por lo que los autores también eran considerados poetas. Las primeras representaciones teatrales, al aire libre, tuvieron lugar junto a la Acrópolis de Atenas. Desde el siglo IV a. C., se extendieron primero por el Ática y, después, por el resto del mundo heleno. La tragedia no cantaba las hazañas de los héroes, como en la épica, sino sus sufrimientos. El término «trágico» aporta hoy connotaciones de acontecimientos fatídicos, desmesurados y con desenlace luctuoso; sin embargo, lo constitutivo de la tragedia ática era solo el sufrimiento intenso del héroe con el que se identificaban los espectadores. En el libro IV de la Poética, Aristóteles definía la tragedia como «la representación seria, concreta, de cierta grandeza, representada, y no narrada, por actores, con lenguaje elegante, empleando un estilo diferente para cada una de las partes, y que, por medio de la compasión y el horror, provoca el desencadenamiento liberador de los afectos». La causa de ese sufrimiento no suele ser una «falta moral» consciente, sino un error o desconocimiento que hace que el héroe se enfrente a su destino de forma que, ante el inmerecido padecimiento del personaje, el espectador se compadezca y libere los afectos a que aludía Aristóteles: la catarsis. De hecho, muchas de las tragedias conservadas no presentan un desenlace fatal y terrible, sino que concluyen con la reconciliación entre el héroe y su destino. La tragedia griega formaba parte de los festivales de Dioniso que se celebraban en el mes de elafebolion(el comienzo de la primavera, marzo-abril). Su contenido siempre mantenía el carácter religioso: su interés no radicaba tanto en la acción cuanto en el significado de los acontecimientos como ejemplo de la relación del ser humano con los poderes que controlaban el universo. Los autores que participaban en estos festivales debían presentar cuatro obras (tres tragedias y un drama satírico), y competían por ganar el premio y prestigio social. Desde mediados del siglo V, comenzaron también a representarse otras obras dramáticas durante las Leneas, festivales de invierno igualmente dedicados a Dioniso que se festejaban en gamelion (enero). Las representaciones primitivas consistían únicamente en la interpretación cantada del coro, cuyos componentes, los coreutas, entablaban un diálogo con el director del coro, el corifeo. Con posterioridad, se fueron incluyendo actores sobre los que progresivamente iría recayendo el desarrollo de la acción dramática. El coro, que siempre constituyó un elemento básico de la tragedia griega, contribuía a intensificar con sus cantos la emoción de lo representado por los actores. El vestuario consistía en una gran máscara, el quitón (prenda de lana ceñida con un cinturón), el himation (manto) y el coturno (zapato de madera con suela muy gruesa). La máscara, de origen ritual, permitía a un mismo actor (hypocrités) representar distintos personajes masculinos y femeninos, puesto que las mujeres no podían participar en las representaciones; en ocasiones, incluso, se podía pintar. Toda tragedia constaba de las siguientes partes: − Prólogo: precedía a la entrada del coro y presentaba las circunstancias preliminares a los hechos de la obra. − Párodos: entrada del coro, con su canto inicial. − Episodios: partes que se escenificaban entre dos cantos corales completos. − Estásimos: canto que entonaba el coro. − Éxodo: canto con que se retiraba el coro. Todas las consideraciones sobre la tragedia griega han de sustentarse en testimonios indirectos, en fragmentos y versos sueltos que impiden el conocimiento cabal de muchos autores, así como en las obras conservadas, muy pocas, en relación con su producción teatral completa, de tres autores: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Esquilo Nació en Eleusis (Ática), en el año 525 a.C, y desarrolló casi toda su carrera en Atenas. Participó activamente en la lucha contra los persas en Maratón y Salamina, y triunfó más de una docena de veces en los certámenes teatrales. En su madurez se trasladó a la corte de Hierón de Siracusa, en Sicilia, donde murió en el 456 a. C. Solo se han conservado siete de las más de noventa obras que compuso. Técnicamente, Esquilo introdujo el segundo actor en escena, aunque en sus obras el coro sigue manteniendo un papel muy importante. Es característica de su obra la agrupación de tragedias en trilogías con unidad temática: aunque cada tragedia sea una obra independiente, el asunto común dota al conjunto de unidad en el desarrollo de la historia y en el mensaje. Algunas no se pueden relacionar, sin embargo, con esta estructura, como Los persas, que trata del asunto histórico del enfrentamiento entre griegos y persas; en unos casos conocemos la trilogía perdida: Las suplicantes formaban parte de Las Danaides (las hijas de Dánao que asesinaron a sus respectivos maridos, lo que les granjeó un suplicio eterno); y en otros casos se conocen los títulos de otras obras de la trilogía, como Los siete contra Tebas, continuación de Layo y de Edipo, del ciclo mítico tebano de Edipo, o Prometeo encadenado (con las perdidas Prometeo liberado y Prometeo portador del fuego). La Orestíada es la única trilogía que se conserva completa y con la que triunfó en el año 458 a.C. Está compuesta por Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides. Su tema principal es la convicción de que la justicia divina preside el orden del mundo y castiga a quien se deja llevar por la ofuscación que produce la soberbia (hybris). La muerte de Agamenón a manos de su esposa Clitemnestra y su amante Egisto (como venganza por el sacrificio de Ifigenia, que su propio padre no impidió, ávido de destruir Troya) desencadena la venganza por parte del hijo de ambos, Orestes, exigida por Apolo. A su vez, la muerte de la madre desata la venganza de las Erinias, pero Apolo asume la defensa de Orestes ante un tribunal humano y civil que Atenea instituye en el Areópago ateniense para juzgar delitos de sangre. Esta humanización de la justicia divina y de la clemencia de Zeus a través de sus hijos es la reflexión de Esquilo ante las tradicionales venganzas extrajudiciales. Sófocles El ateniense Sófocles (496-406 a.C.) es el autor dramático por excelencia y, tal vez, el más conocido de los trágicos griegos. Participó de forma muy activa en la administración de los asuntos de su polis e incluso ejerció de estratego; su implicación en las fiestas de adopción del culto a Asclepio le granjeó honores de héroe. Sin duda, el esplendor humanista de su querida ciudad se deja entrever en el tono de sus obras: frente a la concepción religiosa de un cosmos ordenado por Zeus en Esquilo, Sófocles no indaga en el sentido último de la voluntad divina, sino que acepta incluso el destino terrible. Las numerosas anécdotas sobre su vida y su muerte, al margen de su verosimilitud o de la imposibilidad de probarlas, deja claro el enorme afecto y aprecio que concitó entre sus conciudadanos. Sófocles introdujo un tercer actor en la tragedia y redujo la importancia del coro como personaje dramático y, en consecuencia, la extensión de sus intervenciones. Sin embargo, aumentó el número de coreutas a quince. También abandonó la estructura trilógica de Esquilo, lo que obligó a un mayor rigor en la construcción de las tragedias, para lo cual convierte en tema central la figura de un personaje aislado. Así, se erigió en el autor trágico que mejor supo transmitir el dolor del ser humano frente a la soledad de su destino, como reflejan sus obras más importantes: Edipo rey, el hombre que se ciega por encontrar su destino, lleva a escena el trágico reconocimiento por parte del héroe de su verdadera vida: asesino de su padre y esposo de su madre, tal como vaticinó el oráculo; y su hija, Antígona, da nombre a otra obra en la que la muchacha es condenada a muerte por dar sepultura a su hermano, al violar así la orden de su tío, el rey Creonte, quien había prohibido que fuera enterrado. Antígona representa la lucha por la libertad y el enfrentamiento entre la justicia y los sentimientos. Electra muestra a otra heroína femenina de gran fortaleza; trata el mismo asunto que Las Euménides de Esquilo, pero se centra en el impulso de la venganza por parte de la hija: es Electra quien instiga a su hermano a acabar con su madre. La muerte de Clitemnestra y Egisto (que no se representa en escena) queda en el ámbito de la venganza privada, sin las implicaciones religiosas que le imprimió Esquilo. Las concepciones de Sófocles presentan unos enfoques bien asentados desde su juventud. Así, en una de sus primeras obras, Áyax, ya encontramos la piedad humana ante la crueldad del destino ajeno: Áyax se siente perjudicado tras la muerte de Aquiles al no resultar agraciado con sus armas, por lo que planea vengarse de Agamenón y Ulises; pero Atenea, protectora de este último, lo enloquece de modo que ataca a un rebaño de bueyes en vez de a los héroes. Al descubrir su deshonor, Áyax se suicida. Eurípides Eurípides (485-406 a.C.) es el tercer gran autor de tragedias de Atenas, con una marcada personalidad, lo que confiere a sus obras unas características muy diferenciadas. A partir de la época helenística, sus obras fueron las más divulgadas de los autores trágicos; sin embargo, sus contemporáneos no lo apreciaron mucho: solo triunfó en cuatro certámenes (además de una victoria póstuma), y las informaciones que se han transmitido de su vida parecen burlarse del autor, de forma que proceden en su mayoría de las invectivas que contra él lanzaron los autores de comedias, especialmente Aristófanes. Aunque no se conoce ninguna dedicación específica a su polis, esto no significa que Eurípides no, sintiera las preocupaciones de un buen ciudadano ante las crisis que afrontaba su ciudad. Pero su pensamiento racionalista y escéptico, sin duda influido por el de los sofistas, le hizo objeto de desprecio y de ataques por parte del partido conservador. Desde luego no puede considerarse el portavoz literario de los sofistas, pero el desapego del pueblo, e incluso una acusación de impiedad (muy grave en la Atenas del siglo V a.C.), favorecieron que se marchara al final de su vida a la corte macedonia del rey Arquelao, donde murió. Cuando la noticia de su muerte llegó a su ciudad, Sófocles apareció de luto en los festivales teatrales e hizo actuar al coro y a los actores sin la tradicional corona, en señal de duelo por uno de los grandes autores griegos; aunque esta anécdota vuelve a engrandecer la figura del propio Sófocles.
Lo más característico de Eurípides es el enfoque escéptico y humanista de sus obras. El sentimiento religioso de los trágicos anteriores da paso a un análisis psicológico de las pasiones y contradicciones humanas, para lo cual Eurípides manipula con soltura los mitos tradicionales, de modo que el ser humano, y no la comunidad o los dioses, pasa a ser, como en la filosofía de Protágoras, la medida de todas las cosas. Así, por ejemplo, en Alcestis Eurípides analiza el sacrificio por amor: Admeto ha de morir según el destino, pero Alcestis se ofrece a ocupar su lugar, aun cuando el propio padre anciano de su esposo se niega al sacrificio. Pero Eurípides altera el mito: en vez de situar la escena, como la tradición, tras la boda, deja pasar el tiempo de cumplir el compromiso, de modo que la protagonista ya es madre incluso, con lo cual la fuerza de la entrega y el sufrimiento psicológico ganan en intensidad. Por otra parte, el argumento de Medeagira en torno a la venganza de una mujer que, enloquecida y llena de rabia por la traición de su amante, Jasón, da muerte a sus propios hijos. En su interior, Medea se debate entre su sed de venganza o el amor de madre por sus dos hijos. Finalmente, decide poner en marcha su venganza: da a sus hijos unos regalos para que se los entreguen a la futura esposa de Jasón, un vestido y una corona envenenados que causarán la muerte a la princesa al probárselos. Después, para infligir aún más daño al odiado Jasón, mata a sus dos hijos. Jasón los busca desesperadamente, pero Medea aparece con sus cadáveres en un carro alado tirado por serpientes. En Hipólito, Afrodita se queja del desdén que muestra hacia ella el joven Hipólito, más preocupado por Ártemis, diosa de la caza y la pureza. Por esta razón, decide aniquilarlo. En esta obra aparecen nuevamente los elementos fundamentales de la tragedia griega, la soberbia (hybris) y la muerte como única vía para salvar el honor. 2. LA COMEDIA La comedia ática
Comediantes con máscaras
El origen de la comedia probablemente se remonta, igual que la tragedia, a celebraciones dionisíacas en las que cantos y danzas acabaron dramatizados en honor al dios que encarnaba el vitalismo sexual y el goce desenfadado: Dioniso. Tales representaciones sirvieron para dar rienda suelta a las críticas y burlas sobre personajes contemporáneos y asuntos de la polis. Con el tiempo, en los festivales teatrales, tras cada trilogía y drama satírico de un autor trágico, se representó una comedia que participaba en certamen aparte. Aunque muy diferentes en el tono y los temas, la tragedia y la comedia comparten elementos estructurales como el empleo del verso, el coro, la vestimenta y el uso de máscaras. La comedia es un género vinculado a la vida política de Atenas y a su democracia. La mayor parte de los temas de las obras conservadas trata asuntos directamente relaciona dos con aspectos de la política del momento, de modo que, cuando al final del siglo V a.C. el sistema democrático y la autonomía de las polis entra en franco declive, las característica constitutivas de la comedia ática sufren una evidente transformación hacia otras formas que serían conocidas como <<comedia nueva>>: la burla y sátira con personajes reales da paso a una preocupación por asuntos <<sociales>> con personajes tipo y a un mayor interés por la verosimilitud dramática.
Al igual que ocurre con la tragedia, las conclusiones sobre la comedia se apoyan en once obras íntegras de un único autor, frente a una multitud perdida. Conocemos los nombres de algunos comediógrafos, como Quiónides, Éupolis, Magnes o Cratino, pero el autor de quien se han conservado obras enteras es Aristófanes.
Estructura de la comedia ática
El prólogo, que presenta el problema inicial del héroe cómico.
El agón, enfrentamiento retórico entre dos personajes o bandos opuestos (a veces con golpes y carreras, para aumentar la comicidad), acerca del cual el coro dará su dictamen.
La parábasis, canto coral en el que el autor se dirige directamente al público comentando su propia obra o tratando temas de actualidad.
Aristófanes Aristófanes (450-386 a. C.) participó con 23 años en su primer certamen cómico, prácticamente en plena guerra del Peloponeso. Estas condiciones marcarían toda su obra literaria, pues si bien no había nacido en la propia Atenas, su preocupación siempre se centró en las cuestiones más candentes de la política de su ciudad. Por ejemplo, la crítica directa con que trató en Los babilonos la decisión de Cleón de someter por la fuerza a la ciudad lesbia de Mitilene le granjeó un proceso judicial. A pesar de que siempre se le ha tildado de conservador, no cabe duda de su espíritu netamente democrático, y en los momentos candentes de la guerra contra Esparta siempre se inclinó por la paz, que incluso dio título a una de sus obras. Sin embargo, su ingenio satírico se cebó a veces con saña injusta en figuras como Eurípides, cuyas obras parodiaba con frecuencia, y en Sócrates, a quien no supo distinguir de los sofistas que tanto disgustaban al propio filósofo: la tremenda crítica a que sometió no solo sus enseñanzas, sino su propia persona, acusándolo de ateo, favoreció, según Platón, el proceso de impiedad que culminó con su muerte.
Las obras de Aristófanes responden, a menudo, a un esquema sencillo en el que, sin embargo, brilla la imaginación del poeta: un héroe tiene un problema y decide resolverlo con un disparate humorístico; así, en Las nubes, un anciano agobiado por las deudas intenta acudir a las enseñanzas de los sofistas pare aprender la habilidad de que el mal parezca bien; la protagonista de Lisístrata convoca entre las mujeres griegas una <<huelga>> de relaciones sexuales pare forzar a los maridos a firmar la paz; los hastiados ciudadanos de Las aves huyen de su ciudad para fundar otra en el aire, entre la tierra y los cielos. A menudo, el coro estaba compuesto por personajes insólitos que daban título a la obra y cuya entrada causaba expectación entre los asistentes por ver cómo aparecían disfrazados los coreutas: aves, ranas, avispas, nubes...
Aristófanes es, además, un hábil creador de figuras verbales, lo que dificulta su lectura en la lengua original. Gusta de jugar con los nombres de sus personajes (Lisístrata es <<la que disuelve los ejércitos>>), elaborar juegos de palabras y chistes obscenos y chocarreros, y, sobre todo, de parodiar no solo la tragedia de su época (en particular las de Eurípides), sino textos casi fundacionales, como la Odisea o la Teogonía. La burla de su ingenio incluso alcanzaba a los dioses, que en ocasiones aparecen como estúpidos personajes muy poco edificantes.
Sus últimas obras presentan unas características que se apartan de la comedia antigua y prefiguran ya la llamada comedia media: La asamblea de mujeres y Pluto incluyen menos referencias directas a personajes de la actualidad y el coro casi ha perdido su función dramática. La comedia nueva Las formas y contenidos de la comedia ática sobrevivieron a Aristófanes. Sin embargo menos de un siglo después de su muerte, las obras con que triunfaba Menandro presentaban unas características muy diferentes que conforman la llamada comedia nueva. El período de transición hasta el nuevo estilo suele denominarse comedia media, en la que destacaron Alexis y Antífanes, aunque el propio Aristófanes avanzó algunos cambios en Pluto.
Menandro De Menandro (342-292 a.C), máximo representante de la comedia nueva, apenas conservan referencias biográficas fiables. Sí es seguro que nació en una familia acomoda y son abundantes las fuentes que citan su triunfo en certámenes teatrales muy joven, cuando contaba alrededor de veinte años. Se le considera autor de más de un centenar de obras, pero aparte de fragmentos y argumentos de diecisiete obras, solo se conserva entera El misántropo. También se relacionó con el filósofo Epicuro y con el comediógrafo Alexis. Menandro llegó a verse en una situación apurada tras ser depuesto el tirano Demetrio de Falero, quien lo invitó a su refugio de Alejandría, pero nunca quiso abandonar Atenas.
De los restos de sus obras se puede inferir que Menandro es un gran creador de caracteres. En ocasiones sus personajes resultan tipos humanos que dan nombre a la comedia: El desconfiado, El supersticioso, El mentiroso, El misántropo... En la obra de Menandro, lo importante es el desarrollo psicológico de los personajes; en este sentido a menudo el prólogo no solo presenta los antecedentes de los hechos, sino que desvela toda la acción.
En El misántropo, la acción se desarrolla en cinco actos con una escasísima intervención del coro. El argumento de esta obra gira en torno a un viejo gruñón llamado Cnemón, que tendrá un final feliz de integración social y familiar. Cnemón, el anciano misántropo protagonista de la obra, ha sido salvado del pozo en que había caído por su hijastro Gorgias, a quien ignoraba, ayudado por Sóstrato, un joven que pretendía casarse con la hija de Cnemón.