La épica latina ocupa el primer lugar dentro de los géneros de la literatura latina porque responde al amor por los grandes hechos de la historia nacional, en la que se mezcla también la leyenda en sus orígenes, y el gusto por lo militar, rasgos ambos propios del carácter romano.
En la épica latina confluyen tres corrientes: la tradición griega, representada por los poemas homéricos, la historia nacional como tema del poema, a partir de Nevio, y la poesía alejandrina, que influirá en los aspectos estilísticos, sobre todo en Virgilio, y en la introducción de una épica refinada en la que abundan los motivos mitológicos. El empleo del hexámetro, procedente de la literatura griega, fue la regla métrica sin excepción a partir de Ennio. El verso utilizado antes era el saturnio, probablemente de creación latina.
Los orígenes de la épica romana
Los orígenes de la épica romana se remontan a las laudes o laudationes que, según el testimonio de Catón, se cantaban en los banquetes con acompañamiento de la tibia.
Al lado de este testimonio, tenemos el de Varrón, en el que se dice que en los banquetes los pueri cantaban las hazañas de sus antepasados. Estos carmina convivalia podrían corresponder a las “canciones de gesta” que en la mayoría de los pueblos preceden a la epopeya. Serían, pues, los gérmenes de la originaria epopeya nacional romana.
Épica arcaica
Los romanos prefieren una épica nacional que cantaba a los héroes e la historia romana. Así,
épica e historiografía son dos vertientes de una misma línea maestra que llevaba a ensalzar el
pasado de Roma.
Livio Andrónico
Andrónico fue un esclavo griego llegado a Roma después de la toma de Tarento (272 a.C.).
Una vez emancipado, recibió el nombre de su antiguo patrono, Livio. Fue pedagogo de las
familias ilustres de Roma, enseñaba el latín y el griego y fue el primero que dio a conocer la
literatura griega a los romanos. Tradujo la Odisea al latín en versos saturnios. Era una
traducción que pretendía reflejar y adaptar las imágenes, el sentimiento y el tono del original.
Cneo Nevio (264?-194? a.C.)
Nevio es un romano, originario de Campania; un antiguo soldado que participó en la primera
guerra púnica, un demócrata violento en sus ataques contra los patricios. Escribió el
Poenicum Bellum, en versos saturnios, en el que celebra la primera guerra púnica, creando
así una epopeya nacional. Más original y más romano que Livio Andrónico, es el primer
escritor verdaderamente latino.
Ennio (239-169 a.C.)
Nacido en Tarento, en una región impregnada de helenismo, pero latino por temperamento,
Ennio tiene el honor de haber puesto al servicio de la lengua latina su formación griega y su
sincero patriotismo romano.
Escribió una epopeya en 18 libros titulada los Annales, de la que nos quedan 600 versos. En
ella canta, en versos hexámetros, la historia de Roma desde los orígenes hasta su época. Esta
obra fue considerada por los romanos su epopeya nacional hasta la aparición de la Eneida.
Ennio puso en marcha la lengua literaria latina sustituyendo el horridus saturnio por el
hexámetro, adoptado de los modelos griegos.
No tiene la armonía de Virgilio. Su lengua es aún ruda, y los versos, pesados por el abuso de
los espondeos. Pero Ennio es un verdadero poeta, dotado de una imaginación poderosa y
colorista. Fue admirado en Roma hasta la época de Cicerón, e inspira a Virgilio, que toma de él
muchos versos. Por haber sabido adaptar la cultura griega al genio romano y exaltar el
sentimiento de la dignidad nacional, Ennio ha tenido un papel muy importante en la formación
de la literatura del período clásico. 5
VIRGILIO (70-19 a.C.)
Publio Virgilio Marón nació el 15 de octubre de 70 a.C., en Andes, cerca de Mantua, al norte de
Italia. Su infancia transcurrió en la pequeña heredad de su padre, en la llanura tranquila del río
Mincio. Hizo sus estudios en Cremona, después en Milán y los terminó en Roma, siguiendo,
según la costumbre, los cursos de retórica y filosofía. Poco dotado para la elocuencia, se
interesó sobre todo por la poesía y frecuentó los círculos literarios de la capital, en los que la
moda era el alejandrinismo.
Su vida apacible sufrió entonces el golpe de las guerras civiles y sus consecuencias. Octavio
había decidido distribuir tierras a sus veteranos: los territorios de Mantua y de Cremona fueron
destinados para ello y Virgilio se encontró despojado de sus bienes (40 a.C.). Gracias a amigos
influyentes pudo tener acceso a Augusto. No se sabe exactamente el resultado de estas
gestiones. En todo caso, el poeta ganó la protección y la amistad del príncipe y de Mecenas. Si
perdió sus tierras, recibió grandes compensaciones en Roma y en Italia del sur. En su villa de
Campania pudo entregarse con toda tranquilidad a las letras y a la poesía hasta su muerte, en
el año 19 a. C.
La Eneida
La Eneida, epopeya en doce libros, fue compuesta por Virgilio entre los años 29 y 19 a.C. El
poema quedó sin recibir los últimos retoques, detalle inapreciable al lado de la grandeza de la
obra.
Contenido
La Eneida canta, en los seis primeros libros, el viaje errante de Eneas desde Troya y su llegada
a diversas tierras: Tracia, Creta, Epiro, Libia, Sicilia y Campania; en los seis últimos, los
empeños de paz y guerra a su llegada al Lacio hasta que los troyanos consiguen fijar su sede
en la ciudad del rey latino. Virgilio combina elementos históricos anteriores a la fundación de
Roma y Cartago con el pasado histórico de Italia, con los hechos de la guerra de Troya, con
otros de la época en que vive el poeta, de los siglos inmediatamente anteriores y aun de los
que espera en el futuro.
Desde un punto de vista literario, Virgilio combinaba en su obra diversos elementos que
satisfacían a la población ilustrada de Roma. La obra imita, en los seis primeros libros, que
narran los viajes de Eneas por el Mediterráneo, a la Odisea de Homero, autor popular en
Roma por ser el libro de texto de las escuelas; y en los seis últimos, el asentamiento de
Eneas en la península Itálica es el parangón de la Ilíada.
Intenciones del poeta
El tema de la obra había sido elegido cuidadosamente. La fundación de Roma por Eneas era
un motivo de orgullo nacional; poetas, como Nevio y Ennio habían popularizado la leyenda,
y la gens Iulia, una de las llamadas familias troyanas, que ostentaba el poder en Roma,
pretendía descender de Julo, el hijo de Eneas. Era, pues, una intención política impuesta por
Augusto: la Eneida es el poema de la restauración moral y religiosa buscada por Augusto, de
la exaltación ,;del pasado (de las virtudes tradicionales romanas) que ha de servir de
modelo para los contemporáneos. Pero Virgilio no subordina su 'proyecto a este fin; le
interesan los ideales del arte; la personalidad virgiliana consigue un equilibrio entre los fines
circunstanciales impuestos desde fuera y su fuerza creadora que le impulsa a plasmar en el
poema valores artísticos universales.
La Eneida, una epopeya erudita
La Eneida no podía tener el carácter de las epopeyas (Ilíada y Odisea) de Homero. Las obras
homéricas pertenecen al principio de una literatura y recogen la tradición de los cantos
épicos populares. Son obras que reflejan los gustos y las creencias de una sociedad
primitiva y ruda. La sociedad de Augusto, en cambio, es demasiado refinada como para
conocer el sentimiento épico de las edades primitivas. La mitología, que como sistema de
creencias era un componente imprescindible en la épica primitiva, se conserva aquí como
elemento poético convencional, inevitable en una obra de este género. La Eneida es una
epopeya erudita.
Pero la Eneida conserva las demás características de este género poético: bellos relatos de
aventuras, grandeza heroica de los personajes y de los intereses políticos en juego,
glorificación de la nación, etc. Virgilio no solo conoce a la perfección sus modelos homéricos,
da prueba también de un profundo conocimiento de la antigüedad griega y romana.
La Eneida es una obra admirable por el arte que contiene. Su composición gira alrededor de
la idea de la grandeza romana. Pero cada libro es un relato de aventuras que suscita
inmediatamente nuestro interés. En esta trama se insertan auténticas tragedias, como la de
Dido y Eneas, la más famosa; hermosas descripciones, un mundo de colores y sonidos a los
que el poeta es tan sensible, y el arte de sugerir, en el que Virgilio es un maestro. La
versificación, en hexámetros, contiene efectos de ritmo y sonoridad inigualables. La Eneida
es a la vez un relato de aventuras, una secuencia de cuadros deslumbrantes y un poema de
una armonía rica y compleja.
Los personajes
Si los dioses son convencionales, el sentimiento religioso es profundo: es el patriotismo
religioso el que anima y sostiene esta epopeya. Y los personajes forman una galería rica y
variada: Mecencio, cuya brutalidad se humaniza gracias al dolor paterno por la muerte de su
hijo Lauso; Niso y Euríalo, símbolos de la amistad; Dido, primera pintura auténtica del amor
en la literatura antigua; Eneas, que se transforma y enriquece a medida que conoce su
destino y crecen sus deberes y responsabilidades. A través de este héroe, de bondad
compasiva con los desgraciados y los vencidos, de piedad melancólica por los males de la
humanidad, se deja ver el alma misma del más delicado y más moderno poeta de la
antigüedad.
Eneas es el héroe nacional romano, pues encarna las virtudes de las que se enorgullecían los
primeros romanos: valor, sensatez, respeto a los mayores y acatamiento de la voluntad
divina. En el calificativo de pius con el que Virgilio designa a Eneas se encierran estos
significados.
LUCANO (39-65 d.C.)
Lucano, sobrino de Séneca, nació en Córdoba, pero vivió desde su juventud en Roma, donde
hizo sus primeros estudios. Dio pronto pruebas de precocidad: a los 16 años había compuesto
muchos poemas y fue coronado en los Juegos Neronianos del 60 por su Elogio de Nerón. Su
éxito pronto atrajo la envidia del emperador, que le prohibió publicar sus obras.
Comprometido en la conjuración de Pisón, se tuvo que dar la muerte a la edad de 26 años.
De sus obras, solo ha llegado a nosotros un poema épico: la Farsalia. Es el relato en 10
cantos de la guerra que opuso a César frente a Pompeyo, relato imparcial, al principio, pero
después del tercer libro, el poeta, caído en desgracia ante Nerón y forzado por la pasión
política, tomó partido contra César. El relato se interrumpe en el libro X, después de la
muerte de Pompeyo, en el comienzo de la guerra de Alejandría.
La Farsalia de Lucano narra la contienda de César y Pompeyo. La epopeya simplifica y
agranda los actores de drama histórico. Destacan en él los elementos maravillosos y
alegóricos sin dar cabida al componente mitológico, pues los dioses ya no aparecen como
impulsores de la acción humana en la historia. Por otra parte, ya no es el héroe tradicional al
modo de Eneas, sino un personaje histórico concreto, Julio César, el protagonista de la
epopeya, del que en ocasiones llega a burlarse Lucano, cuando dice que no es más que la
sombra de Alejando Magno. La Farsalia se caracteriza en su forma literaria por el empleo a
veces abusivo de procedimientos retóricos: descripciones patéticas e incluso morbosas,
exageraciones, antítesis efectistas, énfasis, etc.
Influencia en la literatura posterior
Comienza con la Canción de Roldán en la literatura francesa (s. XI); sigue con El Roman de Troie.
El espíritu de Virgilio está presente en toda la Edad Media y el Renacimiento: La Divina Comedia de Dante es justificación suficiente.
Luego se dan epopeyas medievales novelescas y epopeyas religiosas cristianas.
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